sábado, 24 de mayo de 2014

Si tus sueños no te asustan, es que no son lo suficientemente grandes.

Nadie va a poder pararte. Nunca. No dejes que lo hagan. Sueña. Sueña tan alto como te permita el corazón. Que nadie te diga que no eres capaz de alcanzarlo, por que mienten. No hay nada más fuerte que la ilusión, las ganas, el esfuerzo y la determinación. Trabaja día a día. Lucha. Lucha con todas tus armas, con toda tu fuerza y tu pasión. Vendrán muchas derrotas, pero con cada paso, con cada batalla, con cada caída estás más cerca de lograrlo. Cada vez que te levantes hazlo con más fuerza que la anterior. Por mucho que te pisen, sacúdete y mira hacia adelante. Soñar no es malo. Nos empuja a saber cuáles son nuestras aspiraciones. Nos hace entender que no importa si dormimos o estamos despiertos, no vamos a dejar de soñar. Pero sobre todo nos ayuda a que cuando no nos quede nada en la vida, sigamos encontrando una razón para seguir adelante. Cuando veamos el camino negro, será la luz al final del túnel, no importa cuan lejos esté, es alcanzable. Soñar es libertad, una forma de expresión. Y eso, jamás nadie puede arrebatártelo. 


sábado, 10 de mayo de 2014


Dicen que todo se puede si dos quieren, pero todos tenemos momentos en los que se nos quitan las ganas de seguir luchando.


En esta vida todos tenemos cosas que deseamos conservar pase el tiempo que pase, pero a veces, acabamos en situaciones en las que la única opción es dejarlo todo pasar y dejar de luchar por tener algo. No siempre se va a ganar. Hay que perder para darnos cuenta de lo especial que es ganar. Hay que tener aspiraciones, para que siempre haya algo que nos mantenga levantándonos cada mañana, por muy duro que vaya a ser el día. Pero también tenemos que aceptar que habrá días en los que no nos quede nada. En los que nos gustaría quedarnos en la cama, sin tener que mover un solo músculo. Días de reflexión, de no pensar en nada, o de no dejar de pensar. Días para entender los porqués, y días para dejar que tu alma se llene de soledad. Tenemos que aprender a rendirnos, a dejar de luchar, a aceptar el vacío que dejan las personas cuando se van. Pero sobre todo tenemos que aprender a aceptar el dolor y la decepción de perder a alguien. No existe la decepción cuando no confías en nadie. No existe la decepción cuando estás solo.