domingo, 4 de noviembre de 2012

A veces hay que aprender a ir despacio, para disfrutar de cada segundo con una sonrisa.

Hay momentos que no tienen precio. Son un beso, una caricia, una tarde o una mañana. Para cada cosa hay un momento, y cada momento tiene sus cosas, o al menos eso dicen. A veces hay que parar, mirar alrededor y darse cuenta de la belleza de todo lo que nos rodea. De que hay personas que de verdad importan y con las que pasar toda la vida se queda corto. Que hay amistades que si deberían durar para siempre, y momentos que no queremos olvidar. A veces un encuentro, fruto de la casualidad, cambia nuestro mundo de la noche a la mañana. Estos cambios, estos errores nos hacen humanos, nos hacen personas. Sonreír no siempre significa ser feliz, pero demuestra que no se han perdido las ganas de seguir luchando. 


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