martes, 10 de enero de 2012

En la gran mayoría de las ocasiones querer a alguien duele. Hace que sientas ese frío interior cuando a quien amas está lejos, cuando no puedes tocarle cada día, cuando hay cientos de kilómetros entre vosotros. Duele esperar una llamada que no llega. Duele tener que retener, día tras día, ese deseo que brota, y que no consigues frenar. Duele el tornado de sentimientos inexpresables que explota en nuestro interior. Las lágrimas cada vez cuesta más retenerlas cuando vas a perder los nervios. Si, la sensación es embriagadora, sueñas con ella o él, creáis vuestro cuento de hadas, vuestra fantasía, juntos: el pronombre suena mejor que un tu o un yo. Esa emoción, el nudo en el estómago, las sonrisas, las caricias, parecen perfectas. Pero llega un momento en el que si te arriesgas y lo pierdes, no te queda nada. En realidad, es muy simple. Enamorarse duele.

3 comentarios:

  1. Tienes razón, enamorarse duele; pero el que no arriesga no gana, no gana un sentimiento tan bonito como el amor--solo queda esperar a que la persona para nosotras llegue!

    {Besos}

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  2. Duele y mucho, y mas si hay cientos de kilometros de por medio.
    Realmente me has hecho pensar :)
    Besitos de Azucar!

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  3. La cosa es hasta que punto debemos arriesgar de uno mismo, podemos perdernos de tanto sufrir, nos lleva a algo, o los sentimientos nos juegan una mala pasada?...
    No se, no es fácil...

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