jueves, 2 de mayo de 2013


El amor, si es de verdad, no importa sexo, edad, distancia o religión. Si es amor, es amor y punto.

Estoy cansada de los tópicos. De las historias de amor de las películas. ¿Por qué encerrarse en eso si la realidad puede ser más bonita; más intensa? Pese al dolor, el sufrimiento por amor yo lo calificaría como precioso como poco. En ese dolor se refleja todo el amor que uno siente, cuanto más potente es, más se ama o se ha amado. Y pese al dolor, tiene tantas cosas buenas que llegan a ser incontables. Las caricias que hacen que se pongan los pelos de punta y la carne de gallina. Los susurros. Las respiraciones por el cuello. Las primeras citas, los primeros besos. La forma en la que te mira. Esos nervios que se acumulan en la tripa. Los escalofríos. El cúmulo de sentimientos que hacen que cada día ese amor te de fuerzas para seguir luchando por alguien, aunque sea un imposible. En ti encontré mi fortaleza y mi debilidad, mi ansia y mis ganas de luchar, te quiero. 


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