viernes, 31 de agosto de 2012

Susurrarte que el pasado solo es como un día malo.

Dicen que los comienzos son lo más difícil, más yo creo que no es así. Cuando llegas a un final es cuando lo pierdes todo. Aquello a lo que tanta importancia le dabas se reduce a un simple "se acabó". Pierdes las ganas de luchar y la esperanza. Te desilusionas y no quieres volverte a ilusionar. Eso si, hay algo que si consigues y es temer al futuro. Entra ese miedo irracional a conocer a alguien que vuelva a importarte demasiado por miedo a que la historia se repita. Miedo a volver a sentir de verdad y que todo se vuelva a destrozar. A pasar noches en vela pensando en todos los momentos y derramando lágrimas que nunca deberían de haber surgido de tan hondo en el corazón. Miedo a que todo acabé mal y volver a salir perdiendo. Pero el miedo, como todo, se supera. Con cada final uno se hace más fuerte y hay que luchar por demostrarse a uno mismo que hay cosas por las que merece la pena tener un nuevo comienzo. Construiremos recuerdos que merezca la pena conservar por siempre.


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