viernes, 2 de diciembre de 2016

Hay batallas que es mejor perder.

A veces es más beneficioso salir perdiendo. Viene bien caerse, porque más duro que caer es volver a levantarse. Cuando uno logra resurgir, salir de una decepción, de un problema, entonces es cuando crece como persona. Ese es el momento en el que se aprenden las lecciones de vida, en el que se madura y se crece. A veces las mejores lecciones de la vida se aprenden a golpes. A veces es mejor dejar atrás a los gilipollas. Hay momentos en que la vida te pone en un aprieto y ves como tus alas prenden fuego. Cuando creas que ya no puedes volar inténtalo con más ganas que nunca. Cuando quieran hacerte daño y hundirte, lucha más que nunca por subir a flote. No dejes de nadar. Nunca te canses de intentarlo porque no sabes lo cerca que puedes estar de alcanzar lo que más deseas. Sigue con la cabeza bien alta y una sonrisa, porque a los que quieren verte caer lo que más les va a joder es verte sonriendo. Así que no dejes de hacerlo, me escuchas, no dejes de sonreír. Y recuerda, el día que te rindas estarás más cerca que nunca de alcanzar tu meta. No lo hagas, no abandones.

Fuente: Sara Herranz



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